El sábado pasado que andaba yo por el centro en la calle de 5 de mayo con eje central, un niño menonita se acercó a vendernos queso, claro, lo reconocí a distancia, vestido típicamente con overol, camisa a cuadro y sombrero, su físico era característico, era rubio, casi albino, y habla de forma extraña, tal como si apenas hubiera aprendido a hablar español
Al acercarse a la ventanilla del auto, le dije ¿cuánto cuesta? a lo que él respondió ochenta pesos, y al darle yo el dinero me respondió en forma extraña, pero con una sonrisa en el rostro "Munchas Gracia".
En fin, no todos los días uno puede mirar a un menonita en la ciudad, ya que siendo ellos tan cerrados, es difícil cruzar palabras con ellos.
p.d. El queso menonita es muy sabroso, de verdad, pruebenlo.
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