Jazmín era una chica como cualquier otra, bueno casi como cualquier otra, era bien portada, estudiosa, educada, responsable y demás pendejadas que las chicas que salen bien en la escuela suelen ser y hacer.
Pero cuando estaba sola en su casa gustaba de masturbarse, masturbarse con lo que podía, una zanahoria, un pepino, una botella de corralejo, lo que fuera, nunca había besado a un chico, y empezaba a sentir cierta atracción hacia una chica que iba en su mismo salón, Melissa.
Melissa era desmadrosa, gustaba de las fiestas, el alcohol y drogarse con aire comprimido, ella era extrovertida, gritona y medio revoltosa, pero sin embargo niña muy querida por todos sus compañeritos de la Secundaria Técnica #23.
Poco a poco estás 2 chicas se empezaron a juntar mucho, iban a todos lados juntas, y al vivir tan cerca una de la otra, se veían temprano a las 7 de la mañana para fumar un cigarro e irse juntas a la escuela.
Se sentaban juntas en el salón, en el receso se quedaban solo ellas; le hablaban a mucha gente pero era tal su afinidad que solo se juntaban ellas dos, no molestaban a nadie y nadie las molestaba.
Cierto día, fueron al baño juntas como era usual, y pasó lo que todo mundo sabía que pasaría; estaba Jazmín sentada haciendo popó; terminó, se limpió, se vistió de nuevo correctamente mientras Melissa estaba afuera del cubículo del excusado esperando, y cuando Jazmín abrió la puerta Melissa se aventó hacia sus brazos y le dió un beso, ambas se quedaron quietas, pero después de unos cuantos segundos dieron rienda suelta a sus impulsos sexuales juveniles secundarianos.
Melissa desabrochó la chasarilla de Jazmín y empezó a tocar y a lamer sus senos, Jazmín cada segundo se excitaba más y más y empezaba a tocar a Melissa; 2 minutos después ambas ya estaban desnudas en el cubículo del excusado, tocándose y besándose de forma muy apasionada.
Ellas estaban tan entradas en su fajesote que no oyeron cuando el degenerado de Gilberto Palmerín entró al baño de chicas gritando pura pendejada, y este al oír los gemidos de ambas se metió al cubículo contiguo, se subió a la tasa y al pendejo se le resbaló el pie izquierdo y caýó dentro de la tasa, pero el ruido que este pendejazo provocó ni siquiera fue escuchado por nuestras cachondas estudiantes, así que Gilberto pudo una vez más subirse en la tasa ya con el pie lleno de meados, y se asomó sobre la débil y fea pared de acrílico, y vió como ambas ya estaban tumbadas en el suelo haciendo un "69". En ese momento Melissa abrió los ojos y vió a Gilberto el cual estaba que escurría saliva y empezaba a tocarse el diminuto pene sin vello porque su desarrollo era más lento que el de sus compañeros.
Melissa al verlo gritó y tomó su ropa, Jazmín no entendía que pasaba y al voltear y ver a Gilberto lo tomó del cuello, jalándolo hacia su cubículo, tomó su ropa y se vistió.
Ambas ya vestidas salieron corriendo llorando y se metieron al salón ya que el receso había terminado. Gilberto se quedó en el baño el resto del día.
Ambas chicas continuaron su amistad pero ya no era lo mismo, y para el siguiente año ya se habían cambiado de escuela, sin haberse avisado mutuamente, no querían saber nada de la otra, bueno sí, pero les daba pena reconocer que eran nacas y lesbianas.
(Cuento ficticio escrito por encargo del degenerado de Gilberto)